¿PODEMOS PROSPERAR SIN LA LEY DE DIOS?
Esta pregunta fue formulada hace años por el reconocido y respetado evangelista David Wilkerson (1931-2011) y, sin duda,
debería ser algo para meditar nosotros hoy.
La hizo refiriéndose a la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos, de que ya no era obligatorio mostrar los Diez
Mandamientos en ningún tribunal del gobierno. La mayor parte de aquel país supo de la decisión, pero ¿sabían realmente
qué significaba aquel decreto?
Los Diez Mandamientos representan la ley moral de Dios, que nunca cambia. Es tan inquebrantable como la ley de la
gravedad. Si desafías esa ley, es como saltar de un edificio alto. Puedes negar que la ley te afecta, pero hay consecuencias
que pagar. Los Diez Mandamientos son leyes eternas diseñadas por Dios para evitar que la sociedad se autodestruya. Pero,
a pesar de ello, aquellos Mandamientos, así como el nombre de Dios, fueron pulverizados dondequiera que habían sido
grabados en los juzgados.
¡Qué cuadro tan revelador del estado de nuestra sociedad! Estas leyes inmutables fueron originalmente grabadas en piedra
por el dedo de Dios (El Señor dijo a Moisés: “Sube hasta Mí, al monte, y espera allí, y te daré las tablas de piedra con
la ley y los mandamientos que he escrito para instrucción de ellos”. Éx 24:12), y, sin embargo, están siendo borradas
por la ley del hombre.
Si no queremos a Dios en medio de nosotros, Él no se va a ir así porque sí. La Biblia ofrece advertencia tras advertencia
sobre este asunto. ¿Por qué Dios juzgó a la generación de Noé enviando un diluvio? Todo sucedió debido a la anarquía.
¿Y qué de nosotros? ¿Tiene algún valor la ley de Dios en nuestro país, en nuestra vida o en nuestros hogares? ¿Nos importa
algo saber qué es lo que Dios piensa acerca de las leyes que nos dirigen y los pensamientos por los que nos regimos?
Actualmente es un hecho que, no sólo Estados Unidos, sino otros muchos países del mundo, entre los que se incluye el
nuestro, han pisoteado la ley de Dios. Este mundo presente va más y más hacia la locura, lo radical y lo que está en contra
de Cristo, manifestando así su rebelión contra su Creador. Pero, el verdadero cristiano, aquel a quien sí le importa lo que
Dios piensa, está más que nunca cimentado y determinado a vivir de acuerdo con Su Palabra (La Biblia), sin importar todas
aquellas cosas a las que este mundo llama “buenas”, pero que están contribuyendo a la autodestrucción del hombre y su
sociedad, ya que están totalmente en contra de lo que Dios ha establecido desde el principio para su bien.
Querido lector…detente por un momento y medita en lo que acabas de leer… Nuestro deseo es que se despierte en ti una
sed y un deseo profundo de obtener respuestas que te dirijan a conocer a Aquel que es la VERDAD, EL CAMINO Y LA VIDA,
Jesucristo, a quien Dios envió para salvarnos del pecado y la muerte eterna. En Él sí hay esperanza. Lee la Biblia.